lunes, 28 de noviembre de 2016

El Chretien du Troyes

El caballero y el amor


Hoy empiezo con mis primeros textos de literatura medieval y para empezar, aquí tenemos un texto de Chretien de Troyes poeta galo nacido durante el siglo XII, en pleno feudalismo francés, en la región de Champagne concretamente en el pueblo de Troyes, de ahí que le llamasen de Troyes. Escribió sobre temas de gran importancia en su época entre ellos del amor, el honor y el feudalismo. La mayoría de sus novelas están escritas en verso y utilizando la lengua romance, además, muchas de sus obras fueron utilizadas por los trovadores pasándolas por el habla oral. Aqui dejó una de sus obras más famosas el caballero de la carreta que comentaré abajo.




En cuanto a Lanzarote ha entrado a la contienda, él solo vale por veinte de los mejores. Comienza a hacerlo tan bien que nadie aparta los ojos de él, allí donde esté. Había en el bando de Pomelegoi un caballero muy valiente. Iba sobre un caballo brincador que corría más y mejor que un ciervo de los llanos. Era hijo del rey de Irlanda: notablemente se portaba. Pero a todos complacía cuatro veces más el caballero desconocido. Y se preguntan angustiados:
    《¿Quién es el que tan bien lo hace?》
La reina, en secreto, llama a una doncella prudente y juiciosa, y le dice:
《Doncella, os es preciso transmitir un mensaje. Lo llevaréis en seguida, pues tiene pocas palabras. Bajad de esta tribuna e id al encuentro de ese caballero que lleva escudo bermejo. Le diréis en voz baja que yo le ordeno: lo peor posible.》
Rápida y hábilmente, cumple la joven el encargo de la reina. Se dirige al caballero, le sigue hasta llegar muy cerca de él, y le dice, cuidando que no escuche vecino ni vecina:
《Señor, mi señora la reina os ordena a través de mí: lo peor posible.》
Apenas lo oye, responde él que lo haría muy de su grado, como quien es enteramente de la reina. Y cabalgaba al punto a todo galope contra un caballero, y falla en el encuentro, cuando le debió herir.
Desde entonces hasta el anochecer se comportó lo peor que pudo, pues que la reina así lo deseaba. El adversario, por su parte, no ha fallado en su ataque: antes bien le ha asestado un duro golpe, encontrándole con su lanza. Entonces Lanzarote emprende la huida...
...《Debes callarte, amigo, tu caballero no vencerá. De tanto varear, su vara se ha quebrado, la que tanto nos ha escarecido.》...
... La reina, por su parte, no está enojada. Antes bien está alegre, y mucho le place, pues sabe bien, aunque se calla, que el caballero es con certeza Lanzarote. De este modo hasta el anochezer se hizo pasar por un cobarde...
...《Id ahora, doncella, a montar sobre nuestro plafrén. Os envió al caballero de ayer. Le buscaréis, lo encontraréis. No os retraséis por nada del mundo. De nuevo le diréis que se comporte todavia lo peor posible. Y cuando se lo hayáis advertido, escuchad bien lo que os responda.》
No tarda la doncella en obedecer. Se había fijado la noche pasada hacia donde se dirigía el caballero, pues algo le decía con plena seguridad que sería enviada de nuevo a él. Sabe orientarse entre las filas hasta llegar a su destino. Rápidamente se acerca, y le repite en voz muy baja que todavía debe comportarse lo peor posible, si quiere conservar el amor y la gracia de la reina: órdenes suyas son.
Responde Lanzarote:
《Gracias le sean dadas a ella, pues tal cosa me ordena.》...
《¡Maravilla! ¡Ha regresado el caballero de armas bermejas, venid a verle! Pero ¿Para qué? No hay en el mundo hombre tan vil, tan digno de desprecio y tan cobarde. La cobardía le domina, y él nada puede hacer contra ella.》
Ha vuelto la doncella junto a la reina. Ésta no deja de apremiarla hasta conocer la respuesta. Al oírla, mucho se ha alegrado, pues ahora sabe sin ninguna duda que ese caballero no es otro que aquélma quien ella pertenece por entero, y que le sigue perteneciendo él también a ella sin falta. Entonces ordena a la muchacha que vuelva aprisa sobre sus pasos, y diga al caballero que ella le prescribe y suplica que se comporte lo mejor posible.
《Iré-responde la doncella-, sin concederme el menor reposo》
Ha bajado a tierra desde la tribuna: allí la espera un criado, guardándole su palafrén. Ensilla, monta y parte al encuentro del caballero. Inmediatamente le dice: 《Ahora mi damamos manda, señor, que lo hagáis lo mejor posible》
-Le diréis-responde Lanzarote-que no me ordena nada que no me plazca, pues que a ella le agrada. Todo lo que a ella place me es grato a mí.
《Señora-le dice-, nunca vi caballero de carácter tan complaciente. Tan extremadamente quiere hacer lo que vos le ordenáis que, a deciros verdad, acoge con idéntico semblante honra y deshonra, bien y mal.
-A fe-dice la reina-, puede que sea asi.》
...《¡Ha venido el que vencerá! ¡Es hoy cuando veréis de lo que es capaz! ¡Hoy aparecerá su valentia!》...


El caballero, Lanzarote hace lo que la reina le pide, que al principio es hacer lo peor posible, ya que si es de verdad, su amado, hará cualquier cosa por ella, incluso quitándose el prestigio que la gente le tenia. Para saber la reina que es él, sin ninguna duda, se lo ordena por segunda, con el mismo resultado sabiendo así que es su querido caballero. El texto pone el amor por encima del prestigio diciendo que el verdadero hidalgo hace todo por su amada. La mediante entre el caballero y la reina es una doncella al servicio de la segunda que susurra al oido lo que la reina quiere que haga. Aunque al principio debido a lo que dijo la reina de "hacer lo peor posible" su honor y prestigio se esfuman al decir por tercera vez lo contrario a las órdenes anteriores de "hacer lo mejor posible" el pueblo le vuelve a querer dejando así claro que el amor verdadero solo se da en unos pocos casos en la vida mientras que el prestigio va y viene. Este texto es un claro ejemplo del amor cortés desarrollado durante gran parte de la edad media. La obra posee un sutil carácter cristiano que se manifiesta en la humildad, la caridad y el sacrificio personal de Lanzarote, estas carácteristicas constituyen algunas de las leyes fundamentales de las órdenes de caballeros monásticos como la de los templarios o la orden de San Juan, entre otras.






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