Diálogo entre Andrómaca y Héctor
Hola a todos hoy traigo un fragmento de la Ilíada de Homero, concretamente de lo referente al asedio de troya y la marcha del príncipe troyano, Héctor, al campo de batalla a sabiendas de que tendrá que enfrentar al poderoso Aquiles. Este fragmento es un diálogo entre Héctor y su esposa, Andrómaca, que intenta persuadirlo para que no vaya a la batalla.
Diálogo
Narración
Andrómaca-《¡Desgraciado! Tu valor te perderá. No te apiadas de tu hijo, aun tierno, ni de mí, infortunada, que pronto seré tu viuda; pues los aqueos te acometerán todos a una y acabarán contigo. Preferible sería que, al perderte, la tierra me tragara, porque si mueres no habrá consuelo para mí, sino pesares, que ya no tengo padre ni venerable madre. A mi padre matólo el divino Aquiles cuando tomó la populosa ciudad de los cilicios, Teba, la de altas puertas: dio muerte a Eetión y, sin despojarlo el religioso temor que le entró en el ánimo, quemó el cadáver con las labradas armas y le erigió un túmulo, a cuyo alrededor plantaron álamos las ninfas monteses, hijas de Zeus, que lleva la égida.
Mis siete hermanos, que habitaban en el palacio, descendieron al Hades el mismo día; pues a todos los mató el divino Aquiles, el de los pies ligeros, entre los flexípedes bueyes y las cándidas ovejas. A mi madre, que reinaba al pie del selvoso Placo, trájola aquél con otras riquezas y la puso en libertad por un inmenso rescate; pero Ártemis, que se complace en tirar flechas, hirióla en el palacio de mi padre. Héctor, tú eres ahora mi padre, mi venerable madre y mi hermano; tú, mi floreciente esposo. Ahora, pues, compadécete de mí y quédate aquí, resistiendo en lo alto de esta torre ¡no conviertas en huérfano a tu hijo ni a tu mujer en viuda! A tus huestes detén cabe la higuera, que por allí la ciudad es accesible y el muro más fácil de escalar. Los más valientes los dos Ayantes, el célebre Idonomeo, los Atridas y el fuerte hijo de Tideo con los suyos respectivos ya por tres veces se han encaminado a aquel sitio para intentar el asalto: alguien que conoce los oráculos se lo indicó, o a su mismo
arrojo los impele u anima.》
Contestolé el gran Héctor, el de tremolante casco:
《Todo esto me da cuidado, mujer, pero mucho me sonrojaría ante los troyanos y las troyanas de rozagantes plepos, si como un cobarde huyera del combate; y tampoco mi corazón me incita a ello, que siempre supe ser valiente y pelear en primera fila entre los troyanos, manteniendo la inmensa gloria de mi padre y de mí mismo.
Bien lo conoce mi inteligencia y lo presiente mi corazón:
Día vendrá que perezca la sagrada Ilio, Príamo y el pueblo de Príamo, armado con lanzas de fresno. Pero la futura desgracia de los troyanos, de la misma Hécaba, del rey Príamo y de muchos de mis valientes hermanos que caerán en el polvo a manos de los enemigos,
no me importa tanto como la que padecerás tú cuando alguno de los aqueos, de broncíneas corazas, se te lleve, sumida en lágrimas, privándote de la libertad que tenías en los días de antaño. Y, quién sabe, tal vez, allá en Argos, tejas luego una pieza de tela, a las órdenes de otra mujer, o vayas por agua a la fuente Meseide o Hiperea, muy contrariada porque la dura necesidad pasará sobre tí. Y quizás alguien exclamé, al verte derramar lágrimas: " Ésta fue la esposa de Héctor, el guerrero que más se señalaba entre los troyanos, domadores de caballos, cuando en torno de Ilio peleaban" Así dirán y sentirás un nuevo pesar al verte sin el hombre que pudiera librarte de la esclavitud. Pero ojalá un montón de tierra cubra mi cadáver, antes que oiga tus clamores o presencie tu rapto.》
Así diciendo , el esclarecido Héctor tendió los brazos su hijo, y éste se recostó, gritando, en el seno de la nodriza de bella cintura, por el terror que el aspecto de su padre le causaba: dábanle miedo el bronce y el terrible penacho de crines de caballo, que veía ondear en lo alto del yelmo. Sonriéronse el padre amoroso y la augusta madre, Héctor se apresuró a dejar el refulgente casco en el suelo, besó y meció en sus manos al hijo amado, y rogó así a Zeus y a los demás dioses:
《¡Zeus y demás dioses! Concededme que este hijo mío sea, como yo, ilustre entre los troyanos a igualmente esforzado; que reine poderosamente en Ilio; que digan de él cuando vuelva de la batalla: "¡Es mucho más valiente que su padre!"; y que, cargado de cruentos despojos del enemigo a quien haya muerto, regocije el alma de su madre.》
Esto dicho, puso el niño en brazos de la esposa amada, que, al recibirlo en el perfumado seno, sonreía con el rostro todavia bañado en lágrimas. Notólo el esposo y compadecido,
acaricióla con la mano y le dijo:
《¡Desdichada! No en demasía tu corazón se acongoje, que nadie me enviará al Hades antes de lo dispuesto por el destino; y de su suerte ningún hombre, sea cobarde o valiente, puede librarse una vez nacido. Vuelve a casa, ocúpate en las labores del telar y la rueca, y ordena a las esclavas que se apliquen al trabajo; y de la guerra nos cuidaremos cuantos varones nacimos en Ilio, y yo el primero.》
Dichas estas palabras, el preclaro Héctor se puso el yelmo adornado con crines de caballo, y la esposa amada regresó a su casa, volviendo la cabeza de cuando en cuando y vertiendo copiosas lágrimas. Pronto llegó Andrómaca al palacio, lleno de gente, de Héctor matador de hombres; halló en él muchas esclavas, y a todas las movió a lágrimas. Lloraban en el palacio a Héctor vivo aún, porque no esperaban que volviera del combate librándose del valor y de las manos de los aqueos.
En este texto se puede observar la disputa que tienen Héctor y su esposa, Andrómaca por la propia guerra y la pérdida de esta de toda su familia por culpa de Aquiles. Andrómaca no quiere perder a Héctor y por ello le intenta persuadir para que no vaya. Héctor sin embargo, se siente obligado a ir para luchar por su honor y su patria, Troya. Se habla tambien de su hijo al que Héctor conjura a los dioses para que en el futuro sea más valiente que él, así como del reluciente palacio que poseia junto con sus muchas esclavas. Tambien Héctor replica que no tiene miedo al destino, que a todos nos llega. Se utiliza mucho el epíteto épico con frases como:
La augusta madre
Aquiles el de los pies ligeros
Héctor el de tremolante casco